Confianza en los demás, otra víctima del aislamiento

Confianza en los demás, otra víctima del aislamiento

Durante el aislamiento preventivo para enfrentar el COVID-19, se ha puesto mucho énfasis en el impacto económico que ha tenido la medida. Sin embargo, el aislamiento parece estar dejando pérdidas en otro aspecto importante: la confianza en los demás. La efectividad del aislamiento depende del cumplimiento generalizado de la medida, por lo que es una de esas situaciones donde fácilmente unos se benefician del esfuerzo de los demás sin hacer su parte. Esto a su vez puede animar a otros a salir a la calle. Es así como en las últimas semanas se ha visto en los medios de comunicación escenas de numerosas personas en las calles, acompañadas con frecuencia de la descalificación como “irresponsables”, y la mención a su vulnerabilidad económica como la explicación. Pero esta puede que no sea toda la historia.

La Alcaldía de Bogotá ha realizado regularmente encuestas con el propósito de conocer las opiniones y actitudes de los ciudadanos sobre el aislamiento preventivo como medida para enfrentar el COVID-19. En las mediciones realizadas hasta el momento, el cambio más radical que se ha observado es la caída del nivel de confianza en las demás personas. Mientras que las primeras mediciones en el mes de marzo indicaban que cerca del 30 % confíaba en los demás, en la medición del 10 de mayo apenas el 12 % de los entrevistados dijo confiar en la gente.

Al analizar los datos alrededor de la caída se concluye:

1. La caída en la confianza es generalizada, siendo más pronunciada entre los estratos más altos

Se ha puesto mucho énfasis en cómo las personas con más recursos pueden cumplir con el aislamiento con más facilidad que quienes dependen de lo que consiguen a diario. Sin embargo, los estratos más altos tienen otras condiciones frente a los estratos más bajos que también favorecen su disposición a cumplir con el aislamiento. En particular, las personas de los estratos más altos tienen inicialmente niveles de confianza en los demás más elevados que las personas de los estratos más bajos. En la medición de abril de la Alcaldía de Bogotá: 52 % de las personas de estrato 6 dicen confiar en los demás, mientras que apenas llega a 22 % entre las personas de estrato 1.

Estas condiciones iniciales favorecerían la acción colectiva entre los estratos más altos en mayor medida que entre los estratos más bajos. Sin embargo, se ve que el deterioro en el nivel de confianza ha sido generalizado, siendo más pronunciado entre los estratos más altos. La caída ha sido tan acelerada que ya en la medición de junio tienen el mismo nivel, donde apenas el 10 % de las personas de estrato 1 y 6 dicen confiar en los demás.

Así las cosas, aunque las condiciones económicas pueden facilitar que los estratos altos cumplan con el aislamiento en mayor medida que los estratos más bajos, es necesario también tener presente que los estratos más bajos también tienen cada vez menores niveles de confianza en los demás.

Adicionalmente, aun entre los estratos más altos se ve la erosión acelerada de la confianza en los demás (cae 38 % entre abril 18 y junio 3), por lo que a pesar de tener condiciones económicas favorables, pueden estar ahora menos comprometidos con este esfuerzo colectivo.

2. La confianza ha caído entre quienes creen que las demás personas no cumplen el aislamiento

La erosión de la confianza en los demás refleja la percepción de que los demás no están cumpliendo con la medida. Encontramos que la mayoría (56 %–abril 18, 54 %–junio 3) de quienes creen que las personas cumplen la medida de aislamiento, a pesar de un momento de duda al inicio de la reactivación económica el 11 de mayo (39 %), siguen confiando en los demás. En contraste, quienes creen que los demás no cumplen con el aislamiento confían cada vez menos en los demás. Así, pasa de 21 % en abril 18, a 12 % en mayo 10, manteniéndose en un nivel bajo en la medición de junio 3 (11 %). En este punto vale la pena reconocer la posibilidad de que sea la disposición a no confiar en los demás lo que lleva a que perciban que los demás no cumplen con el aislamiento. Sin embargo, aunque temporalmente, quienes perciben que los demás cumplen con el aislamiento también experimentaron una caída de 17 % en los niveles de confianza con el anuncio del relajamiento del aislamiento.

Estas percepciones reflejan que la confianza en los demás experimentó el efecto del progresivo relajamiento de la medida, donde un creciente número de excepciones permitieron la reactivación de un mayor número de actividades. Esta tendencia inició el 11 de mayo con la autorización de las actividades de construcción, manufactura y comercio al por mayor. Este patrón revela una implicación poco reconocida de las medidas de aislamiento y su progresivo relajamiento. El aislamiento tiene un impacto negativo en la economía, pero una vez implementado, su relajamiento debilita la confianza en los demás.

3. La relación entre apoyo al aislamiento y confianza en los demás se ha invertido con el tiempo

Quienes se oponen al aislamiento pasan de tener en abril altos niveles de confianza en los demás (63 %) a que en junio apenas 15 % confíe en otras personas. En contraste, quienes apoyan la medida de aislamiento han visto una recuperación en el nivel de confianza, pasando de 14 % en mayo a 40 % en junio. Es decir, la caída en la confianza se ha concentrado entre quienes se oponen a la medida de aislamiento.

De esta forma, la caída en la confianza en los demás entra a reforzar la posición de quienes se oponen a la medida de aislamiento. Bajo las nuevas condiciones de cada vez menor confianza en los demás, cualquier esfuerzo por revertir la reapertura en curso encontrará una mucho menor receptividad entre quienes se oponen a la medida.

En resumen, estos datos y su análisis evidencian que a pesar del tamaño de los cambios mencionados acá, la caída en la confianza en los demás no ha recibido la atención que merece. Al menos tres factores han contribuido a esto. Por un lado, el apoyo a la medida de aislamiento se ha mantenido relativamente alto, apenas cayendo del 80 % en abril a 68 % en junio. Adicionalmente, como ya se mencionaba, la caída en la confianza se superpone a las diferencias de ingresos, por lo que la discusión se ha centrado exclusivamente en el impacto del aislamiento en el bienestar económico. Finalmente, la caída en la confianza se convierte en un argumento adicional que opaca entre muchos otros de los usados por quienes se oponen al aislamiento.

En conjunto, estos patrones invitan a que no se pierda de vista el costo que la pandemia está teniendo en la confianza en los demás. La confianza es necesaria en este momento en que las recomendaciones se mueven en la dirección del autocuidado, con medidas como el uso del tapabocas o mantener la distancia de los demás, que son efectivas en la medida que se adopten colectivamente. La confianza también es necesaria si se espera que quienes son diagnosticados guarden la debida cuarentena o colaboren con información para el rastreo de contactos. Pero recuperar la confianza en los demás también es necesario para asumir futuros esfuerzos colectivos para solucionar los problemas que deja esta crisis. La confianza será fundamental para que los vecinos cuiden el uno del otro, o para denunciar a la policía la delincuencia, que parece crecer. La confianza también será crítica si el Gobierno espera que todos pongan sus impuestos para cubrir la creciente deuda pública. Pero tal vez sea más necesaria para que, una vez desaparezca el miedo a la enfermedad, se recupere la vida cívica y la participación democrática que en parte se ha visto suspendida durante la pandemia.

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