“No nos impongan la ideología de género” fue una de las tantas consignas oídas en las manifestaciones convocadas en al menos 14 ciudades del país por grupos religiosos, políticos y ciudadanos, tras la polémica desatada por las cartillas del Ministerio de Educación sobre orientación sexual.
La cartilla titulada ‘Ambientes escolares libres de discriminación’, construida por El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Fondo para la Infancia de las Naciones Unidas (Unicef), ha generado molestia en algunos sectores que consideran que la familia es la que se debe encargar de educar a los menores en estos asuntos y que en este sentido, el Ministerio de Educación estaría imponiendo una ideología de género al inducir que los niños confundan su identidad sexual.
Por su parte, el debate de control político que se adelantó en el Senado el pasado martes 16 de agosto, terminó de completar el panorama: El rechazo a las cartillas y a lo que se ha denominado como la imposición de una “ideología de género”, no proviene de sólo los sectores religiosos y políticos más conservadores y de derecha, como el partido Centro Democrático, sino también de políticos adscritos al partido Liberal, como la senadora Viviane Morales. Esta polémica lo que deja en evidencia es una Colombia que parece aún mantener una posición abiertamente conservadora en materia de aceptación de la diversidad sexual. Pero, ¿qué está detrás de este conservadurismo?
Para Miguel García, codirector del Observatorio de la Democracia de la Universidad de los Andes, el conservadurismo que ha caracterizado a las opiniones políticas de un número significativo de colombianos, posiblemente no es estructural sino que es producto de factores que no permiten la aparición de actitudes favorables a la diversidad sexual. Efectivamente, Colombia aunque no se ubica dentro de los países más conservadores de la región, está lejos de sociedades claramente más progresistas (Ver Gráfica 1). Un factor que tiene gran peso en los niveles de aprobación de la diversidad sexual, según explica Miguel García, es el acceso a la Educación. Al observar por ejemplo los niveles de escolaridad de la región, Colombia reporta niveles de escolaridad menores a algunos países cuya aprobación de la diversidad sexual es mayor.
El Observatorio de la Democracia, a la luz de los resultados del Barómetro de las Américas – LAPOP, encontró en la muestra nacional del 2014 una relación positiva entre tener mayores niveles de educación y aprobar la homosexualidad. La diferencia entre aquellos que reportaron sólo tener estudios de primaria y aquellos con educación secundaria es de 16.5 puntos en la escala de aprobación, mientras que la diferencia es aún mayor (29.3 puntos) entre aquellos con nivel de educación primaria y educación superior.
Ahora bien, así como las personas que acceden a niveles de educación cada vez más altos, reportan niveles mayores de aprobación a la homosexualidad, hay diferencias considerables de acuerdo a la edad de la persona (Ver Gráfica 3). Al observar la aprobación de la homosexualidad desagregada por rangos de edades, se encontró que los jóvenes, quienes a su vez reportan el promedio de años de educación más alto, son quienes principalmente apoyan el matrimonio homosexual.
Significa esto que en la medida en que se orienten estrategias para aumentar los niveles de educación de las y los colombianos, las actitudes progresistas probablemente también aumenten, en parte porque al aumentar la población que logra terminar la secundaria, hay también mayor acceso a información cada vez más diversa y con ello a cambios en las perspectivas de vida y de opiniones sobre la realidad. El observatorio de la democracia, dados los datos del barómetro de las Américas – LAPOP, ha insistido en la correlación que se ha encontrado entre tolerancia política y mayores niveles de educación de las y los entrevistados. En este sentido, es probable que los bajos niveles que Colombia reporta de aprobación a la homosexualidad, con respecto a otros países, se explique por los niveles de educación baja, en la medida en que hay un mayor desconocimiento del tema y la opinión pública sigue estando motivada por mitos acerca de la homosexualidad.
Igualmente, al revisar los cambios en la aprobación de la homosexualidad desde el 2010 hasta el 2014, se observó en los cuatro años un aumento de cerca de 12.3 puntos en la escala de aprobación. Este crecimiento en los niveles de aprobación en los últimos años, sin embargo, no sólo responde a aumentos en los niveles de educación de la ciudadanía. El contexto político y la movilización social que ha posicionado en el debate público el tema, es otro de los movilizadores de esta aprobación.
Los activistas que abogan por la igualdad de las personas con orientaciones sexuales e identidades de género diversas, han tenido entonces un papel importante en este aumento en la tolerancia política de las y los colombianos. En este sentido, el aumento en la aprobación hacia la homosexualidad, ha estado acompañado de importantes triunfos para los sectores LGBTI, que involucra desde fallos de la Corte Constitucional hasta un mayor nombramiento de temas relacionados con la diversidad sexual en la escena pública. Estos contextos políticos que favorecen la discusión sobre temas como por ejemplo la familia homoparental, la adopción para parejas del mismo sexo y el matrimonio entre homosexuales, ha permitido ejercicios de sensibilización y educación a la ciudadanía sobre estos temas. Después de las principales sentencias de la Corte Constitucional sobre temas relacionados con el reconocimiento de la familia homoparental, la adopción individual para personas homosexuales o la adopción biológica entre parejas del mismo sexo, parece darse un aumento de la aceptación de la homosexualidad.
Este aumento en la aprobación hacia la homosexualidad aunque sigue siendo muy baja, es la dimensión que mayor crecimiento ha tenido desde el 2010. Así, ante el panorama claramente conservador que ha quedado tras la polémica de las cartillas del Ministerio de Educación, debe reconocerse que no en vano quedan los intentos de los sectores LGBTI por avanzar en el reconocimiento de los derechos de las personas con orientaciones sexuales e identidades de género diversas. Las conquistas ganadas en materia de reconocimiento de la diversidad sexual, los contextos políticos que favorecen la discusión de estos temas y el aumento en los niveles de educación, influyen en la aparición cada vez más rápida de actitudes progresistas en materia social y moral.
En la gráfica 5, se observa que en comparación con otras situaciones el aumento que experimenta la aprobación de la homosexualidad en 4 años es la mayor (12.3 puntos). El divorcio, quien tiene el mayor nivel de aprobación, reporta por ejemplo un aumento de 9.4 puntos en la escala de aprobación, y el consumo de marihuana que reporta el menor nivel de aprobación, tan sólo tiene un aumento de 5.5 puntos en la escala de aprobación.
El panorama hoy parece entonces muy distinto a unos años anteriores. El conservadurismo que parecía explicar las opiniones de una mayoría considerable de colombianos, parece que con gran rapidez está siendo movilizado con actitudes de corte más progresistas. Para alcanzar niveles cada vez más altos de tolerancia política, parece que se debe tomar una vía clara: aumentar los niveles de educación de las y los colombianos para dejar de favorecer actitudes discriminatorias.
Y aunque los datos lo evidencian, la polémica causada por las cartillas sobre orientación sexual del Ministerio de Educación deja otra preocupación: ¿Hasta qué punto las manifestaciones en contra de la población LGTBI revierten los pequeños avances en aceptación a la homosexualidad que se habían alcanzado en años anteriores?