¿De qué hablamos cuando hablamos de oposición política? Algunas aclaraciones necesarias

Por: Juan Carlos Escobar Escobar.

Docente-Investigador del Instituto de Estudios Políticos

Universidad de Antioquia.

 

El tema de la oposición política no ha sido un campo privilegiado de los estudios políticos y sociales, debido tal vez al poco protagonismo del fenómeno en el pasado. No obstante, en las últimas décadas ha cobrado relevancia, en la medida que las sociedades liberales democráticas se han consolidado y han puesto de manifiesto las necesidades delas diversas fuerzas que pugnan por el poder político. Asimismo, la diversificación de las demandas sociales en las sociedades postindustriales, han requerido la existencia de múltiples organizaciones que se encargan de representar sus intereses.

El presente artículo presenta algunos elementos teóricos con el propósito de acercar al lector a las definiciones y tipologías propuestas en el estudio de la oposición. Elaboraciones ya clásicas y otras más recientes dan cuenta de una preocupación, no muy sistemática como se indica arriba, por entender la oposición política en occidente.

Lo primero que debemos saber a la hora de entender el concepto de oposición política, es que es necesario precisar dos términos que guardan estrecha relación con aquel: el pluralismo y el disenso. Según Norberto Bobbio (1986), la teoría pluralista considera que el poder distribuido es el remedio al poder centrado en una sola mano, lo que se traduce en muchos partidos, movimientos o grupos que luchan entre ellos, a través de votos u otro tipo de medios, para obtener el poder en la sociedad o en el Estado.

En las democracias modernas el pluralismo debe ser una realidad, una situación objetiva que posiciona al disenso como algo posible, lícito y necesario. Concluye Bobbio que la democracia, en un estado moderno, no puede ser más que una democracia pluralista. Al considerar lo anterior, es importante hablar del disenso como otro concepto ligado a la oposición política en una democracia. Esto se entiende si se considera que en contextos democráticos se teje una interrelación entre el consenso y el disenso, siendo este último asociado con el respeto por la diferencia y las libertades civiles. Siguiendo esta línea, algunos extreman esta posición diciendo que “la democracia requiere el consenso en un solo sentido, sobre las reglas de la contienda” (Alberoni citado en Bobbio, 1986, p. 48).

No obstante, aunque el consenso existe y es necesario (no solo para pactar las reglas de juego), el disenso, entendido como competencia y concurrencia, es fundamental para que la democracia y la sociedad pluralista perduren. Justo en este punto se encuentran los dos conceptos mencionados hasta aquí: solo enuna sociedad pluralista es posible y necesario el disenso.

Luego de esta aclaración, es fundamental realizar una revisión conceptual de la oposición.

Zucchini (1997) asegura que la oposición política se caracteriza por la búsqueda de fines contrarios a quienes detentan el poder gubernamental. Esto significa que la oposición es todo aquello que no es gobierno y que ejerce resistencia al accionar de las autoridades, ya sea en el plano formal, mediante el límite y control del poder de las mayorías; o bien sea en el plano sustancial, con la defensa de los derechos de las alternativas y minorías políticas.

Por otro lado, para Sierra (1999) la oposición implica el ejercicio de una actitud crítica, por parte de partidos o individuos frente a la actuación de gobierno, lo cual es clave pues permite afirmar el derecho al disenso político, que es central para la democracia.

Quizá la definición más vigente, a pesar de ser una de las más clásicas, es la propuesta por Robert Dahl (1966). Para este autor, la oposición hace referencia a la conducta contraria que tiene un grupo B con respecto al gobierno, cuya conducta está determinada por un grupo A. En este caso, el autor asegura que la oposición se ejerce en un determinado intervalo de tiempo, lo que significa que en otro momento el grupo B podrá determinar la conducta del gobierno, y el grupo A podrá estar en la oposición.

Ahora bien, cabe aclarar que dentro del desarrollo teórico de la oposición se pueden identificar una serie de tipologías que permiten diferenciar los distintos matices que adquiere dicho ejercicio. En primer lugar, Pasquino (1998) afirma que la oposición se puede manifestar tanto su dimensión social, la cual tiene fuerte arraigo en las bases sociales, como en su dimensión parlamentaria, cuyo fin es convertirse en gobierno y mantenerse en él. Si bien para este autor uno de los comportamientos posibles de la oposición consiste en permanecer como tal, es decir, no proyectarse en el escenario gubernamental y mantenerse en la oposición por distintas razones, una oposición de corte parlamentaria no puede privarse de las relaciones de gobierno, aún cuando su intención sea no sustituirlo (Pemberthy, 2014).

Otra tipología es propuesta por Sartori (1982), quien plantea que la oposición puede ser sistémica y antisistémica. La primera remite a la oposición que se ejerce dentro del plano legal-constitucional, principalmente dentro del ámbito parlamentario, con el fin de acceder al gobierno. Este tipo de oposición se ciñe a las normas de competencia democrática y se manifiesta principalmente en el accionar partidista. En este primer caso, la oposición debe ser habitual, no puede ser ocasional o eventual y no tiene que ser necesariamente ideológica, pero sí propositiva, dado que debe representar una real oposición política para que el ciudadano pueda elegir y decidir soberanamente. La otra, la antisistémica, por el contrario, es aquella que se manifiesta como un movimiento contra las reglas, valores, principios e instituciones del sistema político, de tal manera que no busca reemplazar al gobierno. En palabras de Pasquino:

 

Uno de los comportamientos posibles de la

oposición consiste en actuar conscientemente

para permanecer como tal, es decir, para no

verse envuelta en la acción del gobierno, ni

súbitamente proyectada por sí misma al escenario

gubernamental. Nada de responsabilidades,

solo reivindicaciones. No son raros los

casos en que la oposición, por una larga serie

de motivos, prefiere preservar su papel y no

ser gobierno (1998, p.55).

Una tercera tipología importante es la realizada por Linz (1987), pues su distinción entre oposición leal, desleal y semileal permite comprender de manera más sustantiva el ejercicio de la oposición. La oposición leal se caracteriza por tener un compromiso público en hacer uso de los medios legales para acceder al poder y se muestra contraria a utilizar medios violentos para dicho propósito. En cambio, la característica principal de la oposición desleal es que está encargada de cuestionar la existencia del régimen y quiere cambiarlo, utilizando incluso la violencia para llegar al poder y defender sus principios.

Finalmente, la oposición semileal se caracteriza por la “disposición de los líderes políticos para entrar en negociaciones secretas para buscar la base de cooperación en el gobierno con partidos que ellos (y otros que actúan con ellos) perciben como leales” (Linz, 1987, p. 65). Ello no implica el intento de cambiar el sistema por medios violentos, ya que puede ser motivado por el deseo de integrar en el sistema fuerzas que pueden ser cooptadas, moderadas o divididas por estas negociaciones.

En síntesis, distintas miradas ofrece la teoría para el estudio de la oposición política. De ser un tema algo despreciado por la teoría y la ciencia políticas, se ha abierto de a poco un espacio en la literatura ofreciendo herramientas que ayudan a leer un fenómeno cada vez más influyente en las democracias del siglo XXI.

Referencias

Bobbio, N. (1986). El futuro de la democracia. México: Fondo de Cultura Económica.

Dahl, R. (1966). Political Oppositions in Western Democracies. New Haven: Yale University Press.

Linz, J. (1987). La quiebra de las democracias. Madrid: Alianza

Editorial.

Pasquino, G. (1998). La Oposición. Madrid: Alianza Editorial.

Pemberthy, P. (2014). La Oposición. Forum. Revista Departamento de Ciencia Política, 5, 65-103.

Sartori, G. (1982). Teoría de partidos y el caso italiano. Milán: SugarCo.

Sierra, A. (1998). Diccionario de Ciencia Política. México: Fondo de Cultura Económica.

Zucchini, G. (1997). Oposición. En Bobbio, N., Matteuci, N. y Pasquino, G. Diccionario de Política. México: Siglo XXI Editore

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